Fabian M. Ruiz

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jueves, 9 de septiembre de 2010

El reino del terror

El Reinado del Terror, que también se conoce sencillamente como El Terror, abarcó un periodo de la historia de la Revolución Francesa de septiembre 1793 a la primavera de 1794 que ha generado numerosos debates. Según algunos historiadores, el Terror estaba "caracterizado por la brutal represión de los revolucionarios mediante el recurso al terrorismo de Estado"[1]. Mientras que para otros, el Terror aparece como un arma de doble filo, que al mismo tiempo segó la vida de muchos inocentes, pero también acabó con numerosos complots de especuladores y reaccionarios en París y otras partes de Francia, con lo que para algunos el Terror se justificaría en parte. Este período transcurrió bajo la égida del Comité de Salvación Pública, órgano ejecutivo creado en abril 1793 para apoyar y reforzar la acción del Comité de Seguridad General que existía desde 1792.

Desarrollo del Terror
El Reinado del Terror empezó el 5 de septiembre de 1793 cuando la Convención votó en favor de instrumentar medidas de terror para reprimir las actividades contrarrevolucionarias. El Terror habría de durar hasta la primavera de 1794[2]. Tan sólo en el mes anterior a su final, hubo 1.300 ejecuciones, pero la mayor parte de estas últimas fueron precisamente de los jacobinos y sus seguidores.
El Comité de Salvación pública era un cuerpo colegiado de diez o doce integrantes, según las épocas, encabezado por Maximilien Robespierre, quien señalaría:

"El terror no es más que la justicia rápida, severa, inflexible".

El Comité estaba dividido en secciones: Robespierre, Georges Couthon y Louis de Saint-Just se encargaban de la política general, Lazare Carnot de la guerra, Claude-Antoine Prieur-Duvernois del armamiento, Robert Lindet del aprovisionamiento en víveres, Jean Bon Saint-André de la marina, Jean-Marie Collot d'Herbois y Jacques Nicolas Billaud-Varenne de la política interior[3]. Bertrand Barère de Vieuzac era su portavoz ante la Asamblea Nacional.

El "Terror jacobino" terminó al ganarse la decisiva Batalla de Fleurus, que aplastó al ejército austríaco el 26 de junio de 1794. Quedando anulada la posibilidad de una invasión, se reducían por lo tanto las justificaciones de un régimen extremista. Aunque la victoria de Fleurus fuese un factor determinante en la caída del Comité de Salvación Pública, ésta se debe sin embargo a una conjunción de factores.

Por un lado los diputados del Pantano, en sintonía con la alta burguesía, reprochaban al gobierno que se mantuviera la política económica dirigista que había impulsado el estado de guerra, y propugnaban una vuelta a una política económica de corte liberal. Por otro lado, el Comité de Seguridad General veía con malos ojos la preponderancia del Comité de Salvación Pública cuyos poderes se solapaban con los suyos. Para terminar, fueron decisivas las divergencias cada vez más acusadas en el seno del propio Comité, quedando Robespierre cada vez más aislado por su política social. Su deseo tardío de depurar el Comité de sus miembros más extremistas, ex hebertistas como Collot d'Herbois y Billaud-Varenne, precipitó su final. Varios miembros de la propia Convención conspiraron contra Robespierre y lo arrestaron el 27 de julio (9 de Termidor) junto con Saint-Just[4], Couthon y varios seguidores. El guillotinamiento de Robespierre y 28 de sus asociados en la jornada siguiente marcó el fin del Terror y el inicio de la Reacción de Termidor. Robespierre cayó de manera expedita como muchos cientos de personas, pero incluso sin proceso, víctima de la conjuración de girondinos no confesos y de varias personas que clamaban venganza por las muertes tanto de los hebertistas como de los "moderados" del grupo de Danton.

Años después se reproduciría una nueva época de represión, que con el nombre de El Terror Blanco se instauraría en 1815 tras el retorno del Rey Luis XVIII al poder; gente sospechosa de nexos con los gobiernos de la Revolución o de Napoleón fueron arrestados y ejecutados.

miércoles 15 de julio de 2009


Maximilien Robespierre
Maximilien François Marie Isidore de Robespierre (Arras, 6 de mayo de 1758 – París, 28 de julio de 1794) fue un político francés (apodado «El Incorruptible» por su dedicación a la Revolución y por su resistencia a los sobornos) y uno de los más importantes líderes de la Revolución Francesa. Fue uno de los miembros más influyentes del Comité de Salvación Pública, que gobernó de facto durante el periodo en el que los revolucionarios consolidaron su poder, etapa denominada sobre todo en la tradición anglosajona como Reinado del Terror. Robespierre fue guillotinado el 28 de julio de 1794 (9 de Termidor) junto a 21 de sus seguidores.

El terror
Denunció la guerra de Francia contra Austria (1792), por considerarla imprudente y creer que servía a los intereses de Luis XVI. Su papel empezó a ser fundamental. Formó parte de la Convención Nacional, que se eligió por sufragio universal, y en la que se sentó entre los Montañeses. El apoyo de los revolucionarios de París (los sans-culottes) llevó a Robespierre al poder: primero como miembro de la Comuna revolucionaria que ostentaba el poder local; luego como representante de la ciudad en la Convención Nacional que asumió todos los poderes, y en la que Robespierre apareció como portavoz del partido radical de la Montaña (junto con Danton y Marat). Fue en este momento cuando Robespierre pasó a ser republicano. Luchó firmemente contra los Girondinos, contrarios a la ejecución de Luis XVI y contribuyó a su aniquilación política tras la traición de Charles-François Dumouriez (2 de junio de 1793). Entró en el Comité de Salvación Pública el 9 de Termidor del año I (27 de julio de 1793), y se convirtió en el alma de la "dictadura jacobina" que impuso un régimen de terror, medidas excepcionales que se consideraban indispensables para salvaguardar la República de las graves amenazas tanto internas (revueltas en la región de Vendée) como externas e instauró un régimen basado a la vez en la virtud y en el Terror, según sus propios términos. Para él, sus enemigos eran enemigos de Francia y, con eso, justificaba el terror y el exterminio de sus adversarios. Estaba convencido de su misión providencial y ”se creía tan puro, que no se privaba de ningún crimen“. Tras la eliminación de los ultra revolucionarios (seguidores de Hébert) (24 de marzo de 1794) tildados de "demagogos", y luego de los "Indulgentes" agrupados entorno a Danton y Desmoulins (5 de abril de 1794), Maximiliano Robespierre trató de imponer su ideal de república democrática y virtuosa, constituida por pequeños propietarios libres e iguales en derechos, coronándola espiritualmente con la institución del Culto al Ser Supremo. Participó en la elaboración de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano así como a la primera constitución francesa en 1791. Se le llamó el Incorruptible, tanto por sus convicciones como por su modo de vida austero. Robespierre era impecable en el lenguaje, modales y atavíos. Se lo ha llamado desde sectores de derecha, "el primer dictador moderno".

Al estar enfermo con frecuencia (depresivo) y ausente de las reuniones del comité, daba miedo a sus compañeros, tanto a los más partidarios del terror de entre los integrantes de la Convención (Fouché, Barras) como a los diputados del Marais, tras la instauración del Gran Terror (Ley de Pradial, año II - 10 de junio de 1794), que se consideraba innecesario tras las victorias militares (Fleurus, 26 de junio de 1794). Detenido por los reaccionarios el 9 Termidor del año II (27 de julio de 1794) se le disparó en el arresto y se le ejecutó al día siguiente, sin proceso, al igual que 21 de sus partidarios (Saint-Just y Couthon). Se colocaron las 22 cabezas en un baúl de madera, y los cuerpos unidos en una carreta que se dirigió al cementerio de Errancis. Echaron cuerpos y cabezas en una fosa común y cubrieron todo con cal viva para que el cuerpo del "tirano" (Maximiliano Robespierre) no dejara rastro alguno. Se le enterró en el cementerio de Errancis. Su caída acabó con el Terror y a la vez con el impulso democrático de la República.

A su caída, aquellos que habían organizado el Terror y se habían aprovechado apropiándose de los bienes de los nobles y banqueros ejecutados cargaron todas sus fechorías sobre Robespierre, llegando incluso a falsificar documentos históricos.

La sexualidad de este misterioso personaje es un auténtico enigma. Enfermizo (su médico lo visitaba todos los días), no se le relaciona con mujer alguna. De 1791 hasta su muerte, vivió en casa de un pequeño burgués de la Rue Saint-Honoré, el ebanista Duplay, que trató de casarlo con una de sus hijas. Tras su muerte, todos los Duplay fueron a la cárcel, algunos durante muchos años. Eléonore Duplay no se casó y vivió el resto de su vida añorando a su gran hombre.

En 1840, partidarios de Robespierre excavaron el cementerio de Errancis, que llevaba treinta años cerrado, y no descubrieron nada.

  • Maximilano Robespierre sufrió dos intentos de asesinato:
    El primero lo perpetró el realista Henri Admirat el 22 de junio de 1794. Henri Admirat persiguió a Maximilano Robespierre y, por una serie de casualidades, no logró encontrarlo y disparó dos veces a Jean-Marie Collot d'Herbois, un miembro de la Convención del que se decía que había llevado el asesinato al nivel de una de las bellas artes. Fue detenido y ejecutado en compañía de un grupo de personas a las que no conocía y a las que se acusó de conspirar con él.
    El otro intento fue el de Cécile Renault el 23 de mayo de 1794. Inspirada por el ejemplo de Charlotte Corday, dejó su domicilio con dos cuchillos escondidos en el fondo de una cesta, y fue a casa de los Duplay. Al sospechar de ella Eléonore Duplay, no la dejó entrar y llamó a la guardia. Llevada ante el Comité de Salvación Pública, Cécile Renault negó haber intentado matar a Robespierre. A pesar de todo fue condenada a muerte y ejecutada el 17 de junio[5].
  • [1]Reichardt, Rolf E.: La Revolución Francesa y la cultura democrática: la sangre de la libertad. Madrid: Siglo XXI, 2002. ISBN p.35
  • [2]Reichardt, Rolf E.: La Revolución Francesa y la cultura democrática: la sangre de la libertad. Madrid: Siglo XXI, 2002. ISBN p.p.42,48
  • [3]Reichardt, Rolf E.: La Revolución Francesa y la cultura democrática: la sangre de la libertad. Madrid: Siglo XXI, 2002. ISBN p.120
  • [4]Reichardt, Rolf E.: La Revolución Francesa y la cultura democrática: la sangre de la libertad. Madrid: Siglo XXI, 2002. ISBN p.175
  • [5]XI edición de la Encyclopædia Britannica, de 1911;

Referencias Bibliograficas

  • XI edición de la Encyclopædia Britannica, de 1911;
  • Reichardt, Rolf E.: La Revolución Francesa y la cultura democrática: la sangre de la libertad. Madrid: Siglo XXI, 2002. ISBN

LA PSICOLOGÍA RELIGIOSA EN LA ÉPOCA MEDIEVAL

La edad media inicia con la caída del imperio romano o la edificación de Constantinopla (476) (330) la fundación de esta última inclina la visión hacia occidente, la última gran guerra data de los tiempos de Trajano, y el oro de los dacios después del 107 pasó a ser el último gran alimento de los romanos.

Desde el siglo II Roma había entrado en contacto con los pueblos situados mas allá de sus fronteras al norte del danubio y al este del Rin, a cuales se les designo con el nombre de bárbaros se trataba de pueblos distintos que luchaban entre si originarios de Escandinavia y los territorios del báltico.

Durante el siglo II Marco Aurelio contiene el asalto bárbaro sobre el danubio donde muere en el 180, y el siglo III es testigo de un asalto general que se contuvo no tanto por los éxitos militares si no por el apaciguamiento que supuso la aceptación como federados aliados admitidos en los ejércitos, primer germen de la fusión que caracterizaría a la edad media.

Los apóstoles después de la muerte de cristo se dispersaron para predicar la nueva doctrina, y fue en una de las comunidades más fieles, la de Antioquia donde se empezó a usar la palabra cristiano por primera vez; San Pedro tras su predicación en oriente se traslado a Roma y fue su primer obispo, con este obispado la iglesia occidental inicio su organización y su pontificado; Los cristianos no hacían distinción entre los hombres libres y esclavos, negaban el culto a los emperadores y competían con las demás religiones por esta razón sufrieron pronto persecuciones, sus creencias venían a trastornar la sociedad antigua y con el tiempo se convertirían en una de las causas de la caída del imperio romano.

Las persecuciones fueron más o menos cruentas según la voluntad de los emperadores que las emprendían, él primer perseguidor fue Nerón, Dominiciano, Trajano, Marco Aurelio y Decio también decretaron una serie de campañas de exterminio, al mismo tiempo el cristianismo iba ganando más adeptos entre las clases más humildes, Diocleciano fue el ultimo gran perseguidor del cristianismo, el cual ya se había infiltrado en todas las capas sociales y el numero de sus adeptos había crecido enormemente; por ello Constantino hubo de publicar el edicto de milán (313) que reconocía legalmente al cristianismo como la religión oficial, este hecho fue de suma importancia, por cuanto supuso la difusión del cristianismo a todos los rincones del imperio romano.

La iglesia gracias a los recursos económicos con los que contaba, ocupo el vacío que había dejado el Estado al desaparecer el imperio de occidente, entre otras cosas prestaba auxilio a los necesitados y mantenía a hospitales y orfanatos, la iglesia recogió lo que salvase de la cultura antigua después de las invasiones.

La iglesia se había ido introduciendo en la sociedad antigua hasta el punto de ser en occidente el único poder consistente a los ojos de los bárbaros; el imperio romano entro en una fase de desintegración hasta que desapareció en el 476, Roma paso de ser la ciudad de los emperadores, a la de los papas, la iglesia heredo de Roma sus cuadros administrativos y se convirtió en la única fuerza capaz de salvar y perpetuar la civilización clásica. Después de la caída de Roma y del imperio de occidente, se presento en las grandes ciudades un vació de autoridad obligando a la iglesia a llenarlo y a sustituir a las autoridades civiles en el gobierno, la organización de la ciudad y en la administración de justicia, fue durante el siglo IV que aparece el termino de santa sede apostólica y la frase San pedro mismo dirige a la iglesia romana

Con la caída del imperio romano las ciudades quedaron destruidas, los caminos olvidados, la desorganización de los intercambios acrecentó el hambre, empujo a las masas hacia el campo y las sometió a la servidumbre de quienes da pan los grandes propietarios, los antiguos dioses habían fallado ante la aparición de uno nuevo y más fuerte, el hombre antiguo-también el moderno-tuvo la necesidad por naturaleza de creer en algo, al ver que su antigua religión se venia abajo, necesitaban depositar sus creencias en algo nuevo que le diera sentido a su existencia y así lo hicieron volteando la mirada hacía la religión y la iglesia.

Desde su inicio el arma más utilizada por la iglesia en la sociedad antigua para lograr sus objetivos fue la utilización y el manejo de una psicología colectiva, la mentalidad que fue resultado del colapso del imperio jugo un papel importante, un ejemplo claro lo podemos ver en la jerarquía eclesiástica en donde al frente se encontraba el papado, que adquirió gran prestigio en los primeros siglos medievales, la institución papal fue creada por Cristo a través de San Pedro y sus sucesores, como símbolo de la supremacía espiritual y jerárquica de la iglesia católica. Al establecer el apóstol San Pedro su sede en la capital del imperio, la comunidad Romana ocupo un lugar preponderante sobre los demás por considerársele la más firme garantía de la pureza de la fe y como el vínculo de Jesucristo a través de San Pedro, por eso desde un principio el obispo de Roma gozo de una singular autoridad de y unidad.

La intromisión de la religión en la mente del hombre medieval fue más desarrollada por la iglesia a lo largo de la época lo podemos ver en el pontificado de Gregorio Magno antiguo monje elegido papa durante una crisis de la peste negra piensa que las calamidades anuncian el fin del mundo.

Pero cuando revisamos el desarrollo de la iglesia a lo largo del tiempo podemos observar el mismo modo de actuar, cuando el papa León (446-461) ratifica la jurisdicción soberana del romano pontífice, sobre todas las iglesias lo hace basado en que San Pedro se estableció en Roma, El hecho de que San Pedro escogió a Roma a través de Dios fue el gran pretexto que utilizo la iglesia occidental para reclamar y justificar la supremacía sobre el resto de las ciudades. Y fue uno de los más poderosos argumentos utilizados por la iglesia.

Esta afirmación en una época en donde la muerte de Cristo tenia poco más de 300 años, tuvo gran impacto en la sociedad, el objetivo era crear un control mental, es decir, la base, el cimiento de una nueva institución que fuera sumamente poderosa, y que mejor manera que utilizando a San Pedro pescador de Hombres para justificar el poder de la iglesia occidental. La construcción de una psicología religiosa que será manejada por la iglesia para establecer o consolidar un control sobre la ciudad medieval-también contemporánea- es lo que distingue y caracteriza a la iglesia, quien domina la mente lo domina todo.

¿Pero que tan efectivo fue el método utilizado por la iglesia? lo fue tanto que a finales del siglo IV que se realizo el concilio ecuménico del año 381 se estableció la autoridad suprema del papa, en donde constaba que su poder estaba por encima del emperador de Bizancio. Posteriormente las bases del papado fueron precisadas por Gregorio el grande el cual exigió “la primacía de la santa sede de Roma, independencia del poder espiritual con respecto al temporal” a lo largo del siglo se siguió robusteciendo la autoridad del papado al grado de que para comienzos del siglo VIII tuvo que enfrentarse a Bizancio por cuestiones doctrinarias.

Podemos notar claramente dentro de la frase el objetivo que pretendía Gregorio el grande y la finalidad que va implícita, la de consolidar el poder hasta entonces adquirido. esta situación requiere especial importancia para una mejor comprensión acerca de la forma de actuar de la iglesia , el hecho de exigir la independencia del poder espiritual con respecto al temporal nos advierte claramente la visión de superioridad que pretendía alcanzar, mejor dicho que alcanzo, y es que el poder espiritual significa aquí en esta frase, la manipulación de la mente, expresan claramente que deben cuentas solo a Dios, el control de la mente, del espíritu humano es en ultima instancia lo que determina el poder temporal.

La psicología religiosa muchas veces determina o explica la conducta del hombre medieval, influye en la manera de pensar y de actuar, el impacto que tienen estas ideas en la mente humana es muy poderoso, por ejemplo el que causaron en los indios de la Nueva España quienes crearon por ejemplo la obligación de ayunar el sábado de oír misa y de no comer estando enfermo, o inventar culpas que no lo son, como la de tomar pulque, acostarse con su mujer en la semana santa o escupir después de comulgar* Si esto provoco en una población que desconocía la existencia de Dios ahora imaginemos la repercusión que tuvo en una sociedad que estaba consiente de ello y que estuvo mucho más cercana cronológicamente al nacimiento y muerte de Cristo; no debemos decir que el impacto fue mayor aquí o aya si no debemos observar que el impacto en dos culturas distintas, fue algo homogéneo, dominar la forma de vida y hacerse dependiente de la iglesia para todos los aspectos. Es claro que este tipo de situación también estuvo muy arraigada en la vida del hombre occidental; dominar la mente es un arma muy poderosa y aplicada correctamente produce los resultados deseados.

¿Pero cual es el ingrediente o aspecto principal de esta psicología o mentalidad religiosa? Es claro que lo que infunde la religión cristiana medieval-también la contemporánea-es algo que experimentamos todos los seres humanos, se encarga de crear dentro de cada individuo el miedo; el control de las masas esta fundamentalmente basado en el temor; Satanás es una creación de la sociedad feudal, con sus satélites, los ángeles rebeldes, es exactamente el tipo de vasallo felón, del traidor, el diablo y Dios es la pareja que domina la vida de la cristiandad medieval y cuya lucha explica a los ojos de los hombres de la edad media todo detalle de los acontecimientos.

Consurget enims gens contra gentem, et regmum in regnum, et erunt pestilantae, et fames, et terremotus per loca: haec autem omnia intia sunt dolorum.

Se levantara nación contra nación y reino contra reino, y habrá epidemias, hambres y terremotos en diversos lugares pero todo esto es el comienzo de los dolores. Podemos notar el miedo puro, con textos como este, con interpretaciones hechas hasta hoy en día la iglesia asegura de por vida una forma para que todos los hombres en distintas épocas experimente temor y de cierta forma poder tener una ingerencia en las acciones de los individuos por que curiosamente nadie sabe el fin del más que Dios; si hoy en día al leer el apocalipsis se crea un miedo interno, y eso tomando en cuenta los distintos avances de la vida tanto en lo político, en lo económico lo científico y lo social es difícil imaginar lo que experimento o sufrió el hombre medieval con el mínimo desarrollo en todos estos aspectos.

Entre por el camino profundo y salvaje estas palabras vi escritas con colores obscuros en lo alto de una puerta:

Por mi se va a la ciudad doliente, por mi se va el eterno dolor

Se va con la perdida gente.

La justicia movió a mi supremo autor, me hizo la divina potestad, la

Suma sabiduría y el amor primero

Antes de mi no hubo nada creado, con excepción de los seres eternos

Y yo duro eternamente.

Dejad toda esperanza los que entráis

Allí resonaban, suspiros, llantos y profundos lamentos que hicieron brotar lagrimas en mis ojos, lenguas diversas, horribles blasfemias, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas (...) ¿maestro que es lo que oigo y que es esa gente que parece vencida por el dolor? A lo que me contesto, esa miserable existencia es la que llevan las almas de quienes vivieron sin merecer ni infamia ni alabanza mezcladas están aquel coro de ángeles que no fueron ni rebeldes ni fieles a Dios si no que pensaron solo en ellos.

La obra de Dante Alliguieri nos da un ejemplo claro de esta psicología utilizada, al leer su obra en el presente provoca reflexiones acerca de la conducta que hemos llevado, es decir también experimentamos miedo, la obra es una muestra clara del pensamiento que predomino durante mucho tiempo en la cultura medieval.

Este miedo se extendió y dio como resultado un horror hacia las novedades actuó como una fuerza antiprogresista, en el sector técnico innovar (...) era una monstruosidad un pecado ponía en peligro el equilibro económico social y mental, no obstante aunque de forma lenta la evolución mental se llevaría a cabo; la mala situación que vivió el viejo continente durante la edad media se explica a partir de esta situación, la escasa eficacia del instrumental, la insuficiencia del instrumental y de las técnicas rurales dan como resultado pobres rendimientos la mediocridad de los transportes y de las técnicas financieras y comerciales.

Otro aspecto que contribuye a esta situación que imperaba en la época, tiene su origen en la misma sociedad ya que las novedades al producirse en beneficio del señor se estrellan contra la violencia pasiva de las masas, este punto es de suma importancia ya que podemos pensar que es el germen de las acciones que se desencadenarían posteriormente; el hecho de no querer innovar debido a que los beneficios se producirían en favor de otras personas que no eran el mismo pueblo, nos habla de una toma de conciencia ante las condiciones de vida, de una inconformidad que con el paso del tiempo iría aumentando. Es así como el campesino trabaja arduamente para lograr producir lo suficiente, alimentarse, pagar la renta feudal y para disminuir la necesidad en que se encuentra de vender a cualquier precio una parte de su recolección y dar el dinero como pago al señor.

Para finales de la baja edad media, la mentalidad va cambiando lo podemos observar en el lema de la revuelta de 1381, los campesinos ingleses clamaban según froissart “somos hombres hechos a semejanza de Dios y se nos trata como a bestias salvajes”, los campesinos no solo se ven explotados por la sociedad, si no que, además la literatura y el arte los ridiculizan, los campesinos siempre están encolerizados y su corazón jamás está contento dice un poema goliárdico de bohemia, nada hay de extraño, en esas condiciones el fondo de la mentalidad es una constante impaciencia un perpetuo descontento.

El control sobre la población se logro gracias a que los señores feudales habían construido cerca de sus principales cortes una capilla o iglesia a las cuales habían dotado de tierras y de las cuales ellos mismos habían nombrado a su párroco (...) origen de muchas parroquias rurales en tal forma que la organización eclesiástica (...) diócesis conservaron tanto tiempo los mismos linderos que las ciudades romanas, perpetuadas hasta nuestros días por la figuración de sus parroquias, limites de muchos señoríos de la edad media primitiva.

En efecto la tierra fue dada por Dios a los hombres para ponerlos en posibilidad de vivir en el mundo pensando en la salvación eterna, el objeto del trabajo no es enriquecerse si no mantenerse en la condición en que cada cual ha nacido hasta que de esta vida mortal pase a la vida eterna; que los pobres sufran en esta vida, no deben pensar en cambiar sus condiciones de vida, ni siquiera en mejorarlas Dios será el juez de todas las actitudes despreciables los buenos y los justos tendrán su recompensa claro esta que en la otra vida. Tratar de hacer fortuna es caer en el pecado de avaricia, la pobreza es de orden providencial pero corresponde a los ricos aliviarla por medio de la caridad. Dios ha elegido lo que es despreciable ante el mundo, lo que es insensato ante el mundo lo que es innoble y despreciado ,

Es claro que la iglesia promete una vida eterna donde no habrá sufrimiento, actúa como un medio para desarrollar un conformismo ante las condiciones de vida imperantes en la época, de nuevo vendrá el eterno para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin, obliga a pensar que si somos victimas del sufrimiento o de dominio por cuestiones políticas Dios hará algo siendo que nosotros podemos hacerlo, depositar y creer que el ser omnipotente lo solucionara todo explica la realidad, ya que si no hacemos nada, no pasara nada.

La salvación a futuro no esta demostrada si no meramente prometida, la fe es la certeza de lo que se espera, es la convicción de lo que no se ve (San Pablo) la salvación está ligada a la condición de fe uno debe salvarse puesto que lo cree (...) la supuesta prueba de fuerza no es más que una creencia en la realización de lo que promete la fe reducido a formula creo que la fe salva entonces es verdadera, la fe promete una vida mejor obliga al campesino a soportar la explotación su fe lo llevaría al paraíso; las cosas que no son reales nos dan felicidad, la fe no es real pero nos hace felices o al menos eso creyó Nietzsche.

El dominio sobre la mente de los hombres se extendió durante la edad media, no obstante aun hoy en día existen ejemplos que nos pueden ayudar a entender el comportamiento del hombre medieval, pues hay muchas personas en todo el mundo que rigen su modo de actuar a partir de la concepción que tienen acerca de la religión a la que pertenecen de Dios, del paraíso, de Satanás, del infierno, es decir de todo lo desconocido.

Nietzsche al referirse a la palabra cristiano escribió lo siguiente: la palabra cristiano es ya una equivocación en realidad no hubo más un cristiano el que murió en la cruz (...) es falso hasta la insensatez creer en una fe cualquiera, por ejemplo la fe en la salvación por el cristo, el carácter distintivo del cristiano, lo único cristiano es la practica cristiana, una vida como la que vivió Jesús de Nasareth .

Dentro de esta situación la iglesia actuó en conjunto con los diferentes monarcas a lo largo de toda la edad media, no obstante, sus relaciones fueron muy inestables, pasando el año mil dos personajes parecen encargarse de la cristiandad medieval, el papa y el emperador, el conflicto entre ambos va a ocupar la escena durante el resto de la edad media teatro donde se realizaran los acontecimientos más importantes pero al encarnizarse con enemigo con los pies de barro contra un poder anacrónico como lo es el emperador, el papa a había olvidado e incluso favoreció la aparición de uno nuevo el de los reyes.

Cuando los distintos principados o reinos llegaron a una etapa de maduración dentro de esta sociedad los jefes espirituales conservan a pesar de todo la nostalgia de la unidad y del poder que manejaron solos en un principio, debemos resaltar que posteriormente y durante mucho tiempo hicieron equipo para la toma de decisiones.

Y es que el papel de la realeza consiste especialmente en gobernar y en regir el pueblo de Dios en la equidad y la justicia y en procurar la paz y la concordia, en efecto debe ser en primer lugar defensor de las iglesias, de los servidores de Dios, de las viudas de los huérfanos y de los otros pobres e indigentes también debe mostrarse , en la medida de lo posible terrible y lleno de celo para que no se produzca ningún genero de injusticia, si se produjera alguna, para no permitir que alguien conserve la esperanza de no ser descubierto en la audacia del mal obrar, si no que todos sepan que nada queda impune; a cambio la iglesia sacraliza el poder real, por lo tanto es preciso que todos los súbditos se sometan y con una obediencia siega al rey puesto que quien se resiste a ese poder se resiste al orden querido por Dios. Alguna vez leí que un filósofo puede ser creyente pero su respuesta debe ser racional, a esta definición yo agregaría historiadores, psicólogos, abogados, antropólogos, profesores etc. personalmente creo que no es necesario que las distintas disciplinas estén peleadas con la religión, la existencia de Dios pertenece al misterio de la vida y ahí hay un lugar para la religión, si llevo una vida buena , si mis actos son buenos, es decir, me preocupo por estudiar obedecer a mis padres, ser un buen ciudadano, ayudar a las personas cuando este en mis manos hacerlo, ser respetuoso con mis compañeros y demás gente ¿Dios me enviara al infierno por que nunca fui a misa? Si Dios esta en todas partes ¿por que es necesario ir a la iglesia? ¿por que confesarnos ante un padre cuando lo podemos hacer con Dios? Lo podemos hacer cuando estemos solos en cualquier lugar, en la casa, en el parque, la Biblia dice que cuando Jesús oro por que el temor lo invadió antes de ser crucificado “se retiro al huerto solo”; como conclusión podemos decir que de lo que debemos tener cuidado es de una mala interpretación de la religión, que nos haga dependientes de alguna institución me pregunto que harán con todas las limosnas solo de nuestro país, ¿ayudan a los niños pobres? ¿donan cantidades para hospitales que tratan enfermedades terminales? ¿fomentan la educación? Si Dios llevo una vida humilde ¿por que los altos jerarcas eclesiásticos circulan con automóviles último modelo? El tema que se desarrollo en este trabajo sigue estando presente hasta nuestros días con una forma diferente nosotros los estudiantes tenemos una percepción diferente de la religión debido al conocimiento que adquirimos en las aulas, gracias a los cuestionamientos que se desprenden de nuestra reflexión producto del contacto con otras personas de distintas épocas mediante los libros, se forma una postura propia, un criterio individual para terminar quisiera preguntar ¿que pasa con todas las personas que no tienen acceso a la educación, la gente marginada? a donde acuden para explicarse la realidad, aquellas que desconocen la forma de actuar de la iglesia, que ignoran la psicología religiosa; debemos criticar a la iglesia como institución, a su forma de operar en todas las sociedades, no cuestionar la existencia de Dios eso es un punto de vista personal que debe ser muy respetado.



bibliografia:

Jacques Legoff, La civilización en el occidente medieval, Ed Paidos, 1999.España, pp. 138Dante Alliguieri, La divina comedia, EMU, 2006, Uruguay, Pp.18

Henri Pirene, historia canónica y social de la edad media, FCE, 1933, pp.52

Friedrich Nietzsche, El Anticristo, Leyenda,2006, México Pp. 84

Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Libsa, 2000, pp. 45

Jacques Legoff, La civilización en el occidente medieval, Ed Paidos, 1999.España, pp.82





viernes, 28 de mayo de 2010


El rock mexicano y la contracultura
notas para su historia


Fin de siglo conservador y decadente. Generaciones de padres fáusticos que se niegan a morir. Padres equis para hijos equis, tales para cuales. Padres que venden su alma al diablo aeróbico y a las ofertas nocturnas de la televisión para retener una juventud que se les escapa de las manos y mantener sus ideas, sueños y utopías en tiempos que ya no les pertenecen. Ruckosaurios troveros, rockeros trabados y rockeros ortodoxos, padres de nuevas generaciones de hijos de una era sin choque generacional, sin ruptura, sin deslinde con la endeble autoridad paterna y la sutil posesión materna. Periodo largo e irresoluble, transición hacia la nada donde todo se vale. Han sido derrumbados los sueños y los ídolos del pasado inmediato y no se han construido los del presente. Mientras tanto, el rock, como las ideologías, los paradigmas y los paradogmas, es un fenómeno cultural atravesado por las contradicciones y la confusión que vive la sociedad en la era del desorden construido desde arriba. Los jóvenes que desde la década de los sesenta formaron parte de los movimientos de un estado naciente,1 de una ola social instituyente, que anunciaban grandes cambios que se fermentaron desde varios años atrás y surgieron súbitamente sin anunciarse, sin convocarse, sin planearse, no son los mismos que viven un estado en el que prevalece lo instituido, una prolongada crisis que, a falta de salidas constructivas, eleva la decadencia al rango de virtud. Y, sin embargo, se mueve, el rock en español pasa a formar parte de la identidad globalizada de los jóvenes urbanitas que construyen su mundo sobre las ruinas de un sistema en crisis.
En 2008, cuando escribí la primera parte de estas notas,2buscaba establecer algunos periodos y algunas tendencias para emprender una historia sociocultural del rock en México. Al final del trabajo llegué a establecer ciertos escenarios para el futuro inmediato de este género musical. Cerré aquella reflexión con una conclusión optimista sobre el rock del fin de siglo: “Al margen de la industria cultural, de las imágenes fugaces de la sociedad del espectáculo, de los cantos sirénicos de las corporaciones culturales y políticas, el rock de México todavía es joven y rebelde”.3 En la actualidad, cuando la incertidumbre lleva a muchos a transitar hacia posiciones conservadoras; cuando, después de veinte años de regímenes neoliberales se ven los logros de la revancha empresarial en una cotidianidad “guetificada”, compartamentalizada; donde la división social, territorial y cultural está definida por el poder que da la posesión diferenciada de mercancías y las identidades se construyen sobre el consumo estratificado, me propongo revisar otras facetas de la joven historia del rock nacional. La búsqueda de su propio blues; su relación con un rock sesentañero colocado de lleno en la contracultura; la emergencia de hipietecas y yippietecas que en pleno 68 pintan su raya, ante las utopías heterónomas que acabaron renovando jefaturas y autoritarismos; rastrear las expresiones contestarias del rock estadunidense y sus relaciones y equivalentes inmediatos o tardíos en México, son algunos de los objetivos y vetas a explorar en esta incursión en la historia sociocultural del rock producido en el país.

I. Un rock en busca de su blues

El rock mexicano de los últimos veinte años ha tenido rutas propias, sus orígenes marcan un desarrollo propio a pesar de haber llegado del norte. El nuevo boom que comienza a vislumbrarse se da en un momento en que el rock, a nivel mundial, ha sufrido importantes transformaciones musicales. El rock es el producto de una historia musical que empieza con el grito del esclavo negro que sublima su dolor y nostalgia, por la pérdida de su libertad y de su origen. El grito se transformó en blues, generó esa loca y dionisiaca blue note –tercera bemolizada– que revolucionó la música y la vida de la segunda mitad del siglo XX. En sus inicios el rock en México fue pura traducción, o sea traición, porque, como dicen los italianos, ninguna traducción respeta el espíritu original de lo traducido. A fines de los cincuenta e inicios de los sesenta se podían hacer buenos covers pero el sentimiento no había manera de traducirlo. Luego se cantó en inglés y se hizo un rock sin sello propio. Las bandas como Peace and Love, La Revolución de Emiliano Zapata y los Dugs Dugs sonaban a Carlos Santana, a Chicago o a Sangre, Sudor y Lágrimas. Tras la represión del rock, después de Avándaro, los rockeros comenzaron a cantar en español intuitiva o conscientemente. Músicos y compositores como Alejandro Lora y Jaime López encontraron ese sentimiento que escondía el grito y la nostalgia, ingredientes necesarios para producir un rock para un país en el que los negros fueron asimilados por la marejada del mestizaje. Desde el corrido de la Revolución hasta la música ranchera el grito es expresión del dolor, la nostalgia o la melancolía que produce la lejanía del terruño o el abandono de una mujer.
El grito vino de la canción ranchera sufridora de José Alfredo Jiménez y de la recuperación del corrido de la Revolución. El grupo norteño tiene una estructura semejante a la del grupo de rock o rithm and blues. Armónica, guitarra y contrabajo y el ritmo que marca la redoba acompañan las letras del corrido, sus historias de batallas importantes, de héroes y heroínas de la Revolución; personas que salen del anonimato para convertirse en personajes de narraciones cortas que hablan de los avatares cotidianos de la vida rural. Duelos por una mujer, duelos contra el padre autoritario, homenajes a ladrones sociales, nacimiento de los antihéroes que se aman odiándose; la muerte y el amor casi siempre estarán presentes en esta narrativa. Luego se urbanizan las pasiones, los mariachis y los compositores de música ranchera le cantan a sus lugares de origen, a los amores que dejan huella; los corridos cambian de antihéroes, ahora son los narcotraficantes los principales protagonistas de sus letras, además de las peripecias y nostalgias de los emigrantes que se van al norte, exiliados por el hambre. De ahí llega el blues que nutre el tránsito a una música urbana como el rock, de ahí y del añejo sentimiento azul de algunas canciones de Agustín Lara. El Three Souls in my Mind es el primer grupo que consigue llegar a su público cantando tragicomedias amorosas, que bien podrían ser canciones de José Alfredo Jiménez a ritmo de rithm and blues.
“Oye cantinero/ sírveme otra copa por favor,/ quiero estar borracho/ yo quiero sentirme de lo peor,/ quiero tomar mucho,/ quiero tomar mucho/ para olvidar”, así rockanrolean el abandono para el joven citadino. El corrido, la música ranchera –que son parte del imaginario de cualquier chilango sesentañero– y la influencia de los Rolling Stones hacen del Three Souls in my Mind y posteriormente de su heredero, El Tri, uno de los grupos más populares y de los pocos que vivieron del rock al margen del cerrado sistema de los medios de comunicación, durante una época en que estaba vedado y prácticamente condenado a la maginación. Rock de la periferia, underground mexicano en res- puesta a un Estado paternalista que decidía cuándo los jóvenes podían ser considerados mayores de edad.
Otros dos pioneros de esa transición fueron Jaime López y Rockdrigo González. El primero es un caso aparte, sarcástico y romántico, combativo sin llegar a ser panfletario y vocero del caló urbano sin ser populachero. Jaime López ha buscado el blues urbano finisecular. En él se recrea la nostalgia de los orígenes y el azote que deja el desorden amoroso de las parejas urbanas. Rock para aventuras de carretera, rock para road movies. Letras irreverentes que no dejan títere con cabeza, desde la crítica a los intelectuales que un día defendieron el socialismo en un solo cubículo, hasta militantes tardíos de los años noventa.
Paisano de Jaime López, desde Tamaulipas llegó Rockdrigo. Rápidamente encontró el toque para un rock que le cantara a los jóvenes habitantes de una metrópoli deteriorada. Heredero lejano de Woody Guthrie y cercano a Bob Dylan, en pocos años construyó una ruta para el rock de los inicios de la década de los ochenta. Armónica, voz y guitarra que dejaron huella. Padre del llamado rock rupestre. Juglar que cantaba historias urbanas con humor y sentimiento, que murió joven y se convirtió en un mito e inspirador de un movimiento para algunos rockeros como la Camerata Rupestre, Nina Galindo, Carlos Arellano, etc. El rock mexicano ya tenía su grito y su propio sentimiento. Su propio blues.


II. Rock e identidad juvenil en México
Los últimos años de los sesenta y la primera mitad de los setenta fueron testigos de un fenómeno contradictorio en relación con el rock hecho en México. Años de politización juvenil y de militancias múltiples, de crítica al rockanrol por parte de una izquierda rígida y prematuramente envejecida. Años de sueños, de utopías hedonistas y socialistas, de hippies y militantes de una nueva vieja izquierda, de movimientos contraculturales y movimientos sociohistóricos. Entre lo instituyente y lo instituido, el movimiento estudiantil compuesto por jóvenes que buscaban modificar la vida cotidiana con un aquí y ahora que incomodaba a los miembros de una izquierda que prometía el reino de la libertad en un futuro lejano. El movimiento instituyente juvenil se partió en dos con el concierto de Avándaro, al que atacaron por igual el Estado y algunos militantes de una izquierda prematuramente envejecida. La identidad juvenil se debatía entre un rock cantado en inglés, las canciones del catalán Joan Manuel Serrat y las letanías latinoamericanas en una vuelta a lo folclórico que poco tenían que ver, a no ser con las nostalgias del origen campesino, con la vida de jóvenes que habían crecido entre los laberintos de concreto y asfalto y los cielos grises de las fábricas de la era de la sustitución de importaciones.
Para los jóvenes urbanos no había lugar en las canciones ni presencia en un cine mexicano en decadencia. Fuera de Los caifanes de José Luis Ibáñez y algunas películas de Jaime Humberto Hermosillo, las generaciones que nacieron después del periodo del llamado desarrollo estabilizador difícilmente se identificaban con los personajes de un cine que dio sus últimas patadas en el gobierno de Luis Echeverría, para ahogarse en definitiva en el sexenio siguiente con el empujón definitivo de la hermana del presidente en turno. Aquélla fue una generación que caminaba por la Alameda Central y tenía la cabeza en el Golden Gate Park, en el Greenwich Village o en Trafalgar Square. Los militantes ortodoxos hablaban del internacionalismo proletario y los hippietecas, mods del sur y rockers chilangos formaban parte de una cultura juvenil sin fronteras, con el rock como música de fondo. Identidades internacionales unificadas por los medios masivos de comunicación y el rock y su cultura contestataria.
Los renovados bríos que cobró el rock en español en la década de los ochenta surgen, paradójicamente, cuando el capitalismo celebra su revancha ante la caída de los socialismos burocráticos y extiende el neoliberalismo y la globalización a lo largo y a lo ancho del planeta, y sus ideólogos proclaman que, ahora sí, ha llegado el fin de la historia. En los noventa, cuando se firma el Tratado de Libre Comercio (TLC), proliferan los grupos que cantan y componen rock en español. ¿Respuesta regional a una internacionalización forzada? ¿Búsqueda de una identidad juvenil que combina su gusto por el rock anglosajón con un rock que recoge sus sentimientos y relatos en el idioma nacional? ¿Síntesis del espacio territorial de un Estado-nación con el espacio cultural transterritorial de lo global? Preguntas que no tienen una sola respuesta, múltiples preguntas con múltiples respuestas. Lo único cierto es que el rock en México sigue creciendo en cantidad de grupos.
Vestimenta, apariencia, costumbres, lenguaje y música son expresiones de la identidad juvenil de las tribus citadinas que vienen desde los cincuenta como los gormondios y rebeldes;4 los caifanes y los rebecos de principios de los sesenta; los onderos y los fresas al final de los sesenta; rockeros y folcloroides en los setenta; los punks, los disco y los tíbiris en los ochenta; los punks, los darks y la generación X de los noventa. Copetes envaselinados y chamarras de cuero negras; fleco sobre la frente y sacos sin solapa; pelo largo y pantalones acampanados; cabellos hirsutos y pantalones desgarrados; rostros pálidos, párpados y ojos ensombrecidos y ropas oscuras. Vestimenta y apariencia de cuatro décadas y sendas generaciones. Costumbres contestatarias, expresiones de inconformidad. Lenguaje antisolemne, desde el caló hasta la gravedad de un rock con poesía para los darkies del valle del Anáhuac. El rock desde hace medio siglo es parte de la identidad de los jóvenes urbanos.


III. Rock, rebeldía y revolución

Cada quien tiene su ruta para narrar el rock. A mí me gusta la ruta de su relación con la rebeldía y la protesta. En Norteamérica las protestas de los sesenta contra la guerra de Vietnam, las utopías terrenales de los hippies, las luchas de los negros, las reivindicaciones posmodernas de los nuevos movimientos sociales en Inglaterra y Estados Unidos, tuvieron su música. Soundtrack hecho de encuentros entre la folk music, el blues y el rithm and blues; de Pete Seeger a Peter, Paul y Mary, de Wooddy Guthrie a Bob Dylan, de Scott Mackenzie a The Mamas and The Papas, de Aretha Franklin a los Temptations, de los Beatles a John Lennon, hacían una música que expresaba la fuerza de una juventud en pleno auge de un estado naciente donde “sociedad e individuos se manifiestan juntos, hombre nuevo y nueva sociedad”,5 sin etapas o periodos de transición, sin esperar a socializar los medios de producción: en el aquí y en el ahora. Tiempos y estado naciente que surgieron de la bonanza económica. Satisfechas las necesidades inmediatas se buscaron necesidades radicales.
El rock en México también buscó su relación con los movimientos sociales de los sesenta. De sus orígenes, en la década de los cincuenta, poco se puede rescatar. Entre las traducciones insulsas de letras igualmente intrascendentes de fines de los cincuenta y principio de los sesenta, dos grupos tienen como sujeto de sus letras al joven rebelde de la época. Toño de la Villa, de los Locos del Ritmo, cantaba: “Yo no soy un rebelde sin causa,/ ni tampoco un desenfrenado,/6 yo lo único que quiero es bailar rockanrol/ y que me dejen vacilar sin ton ni son”. Y Vivi Hernández de los Crazy Boys, en su versión de la historia de Leroy, pintaba algo que era común en la vida de los jóvenes antes del 68: “Hubo una vez un muchacho así,/ era un rebelde hecho de verdad,/ cuando la redada lo atrapó,/ él gritó ‘Caramba, qué haré yo’…” Redadas por hacer bolitas, reunión de más de dos era considerada mitin: años de represión.

1. Entre hippies y yippies

En los sesenta y setenta algunos vivimos al ritmo de la música de rock y seguimos las obras de los rockeros que inspiraban nuestras acciones en las luchas del 68. Otros escuchaban las canciones de la Guerra Civil Española, la música de protesta de Judith Reyes, de Margarita Bauche o de Óscar Chávez. Hasta la fecha todavía no se les da al rock y a la contracultura los lugares que se merecen como música de fondo e influencia cotidiana dentro del movimiento estudiantil de 1968. No todos los jóvenes sesentaiocheros eran consumados militantes comunistas. A diferencia de la composición social de las huestes hippies y yippies norteamericanas predominantemente clasemedieras, en México se incorporaron al “movimiento” hippie, además de la clase media alta, un buen contingente de jóvenes hijos de obreros, campesinos y empleados que estudiaban en los centros de educación superior de la época, en su mayoría públicos, miembros de la generación surgida del desarrollo estabilizador y de los últimos ecos populistas del Estado de la Revolución mexicana. Esa diferencia marca la singularidad que determinó la forma como fueron absorbidas las costumbres, lenguaje, música y visiones de la revolución provenientes del rock angloamericano de los sesenta y setenta.
Los militantes tradicionales tenían sus propias fuentes inspiradoras para actuar en esos años de revuelta. Habían sido educados en círculos de estudio, en sus relaciones con los remanentes del Partido Comunista y sus libros de la Editorial Progreso. Otro sector se formó escuchando estaciones rockanroleras, leyendo cómics, viendo películas inglesas, leyendo todo tipo de géneros y autores; desde Los Supermachos y Los Agachados de Rius hasta las novelas de Sartre; desde los ensayos de Franz Fanon hasta la obra del imprescindible Herman Hesse; además de Lobsang Rampa, Carlos Fuentes, Desmond Morris, Allen Ginsberg, Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Norman Mailer, José Agustín, etc. Así surgieron los hippietecas y los yippietecas sesentaiocheros. A diferencia de los cuadros formados a través de las lecturas clásicas del socialismo, éstos tenían algunas reservas sobre las formas de actuar de los militantes profesionales de la vieja izquierda mexicana demasiado serios y formales. También había signos diferenciadores en relación con los yippies norteamericanos. El simple hecho de ser de clase media baja y vivir en un país del tercer mundo marcaban distancias, no analizadas e imperceptibles en su momento. Algunos yippietecas simpatizábamos con los hippietecas, pero nuestro amor al asfalto urbano y nuestro escepticismo ante sus utopías nos hacían ver y actuar de manera distinta ante lo que sucedía en 1968. En general había muchas reservas en relación con el movimiento yippie, incluso por parte de algunos miembros del underground mexicano como Parménides García Saldaña, quien mostró cierta cerrazón, propia de una izquierda ortodoxa a la que no pertenecía, cuando decía, refiriéndose a la lucha de Abbie Hoffman, Tom Hayden y Jerry Rubin, miembros del Youth International Party,7 que “no hacían más que emprender la ‘revolución más chistosa propiciada por la burguesía para que sus hijos se diviertan’.”8
Esa parte del 68, esos brigadistas y gente de base que, sobre todo después del 2 de octubre, veían con reservas las escatologías revolucionarias de una renovada vieja izquierda, había extraído su saber de la cultura del rock. Había algo que no les convencía en los propagandistas de la nueva vieja izquierda con su heteronomía; con su énfasis en que el partido revolucionario era la clave para cambiar el mundo; con su rigidez, su solemnidad y su “puritanismo” para vivir la vida cotidiana, actitudes que alejaron a un importante sector de la juventud contestataria de la época de sus reuniones y de lo que quedaba del activismo estudiantil tras la matanza de Tlatelolco.
En realidad el rock y los rockeros en Inglaterra y Estados Unidos pensaban en otra revolución, diferente a la de un país del tercer mundo, con carencias económicas inmediatas como México. Para ellos la revolución no era una cuestión meramente objetiva sino también subjetiva. Surgieron varias canciones relacionadas con la revolución y se convirtieron en verdaderos himnos de las revueltas estudiantiles, como “Street Fighting Man”, de los Rolling Stones, quienes cantan: “por todas partes escucho el sonido de los pies marchando, cargando/ el verano está aquí y es la hora de luchar en las calles…”, y luego añaden ese toque, ese deslinde, que caracteriza a la contracultura del rock y al “concepto” de “revolución” de los jóvenes de esos países: “pero qué puede hacer un pobre muchacho/ excepto cantar en un grupo de rock and roll/ pues en la soñolienta ciudad de Londres/ no hay lugar para un luchador callejero”. Los Beatles, en su canción “Revolution”, agregarían: “Tú dices que quieres una revolución/ bueno, tú sabes/ todos queremos cambiar el mundo/ si tú sales por ahí cargando retratos del presidente Mao/ bueno, tú sabes/ no la vas a hacer con nadie/ dices que es la institución/ pero, tú sabes/ que es mejor que liberes tu mente”. En esta última frase coincidían con Bob Dylan, quien en 1966 en su canción “Blow their minds” describía lo que Roberto Muggiati consideraba como un “nuevo estado del espíritu”,9 proponía dejarse el pelo largo, irse al campo, darse un toque y expandir la mente. Ahí estaba la diferencia entre una revolución de viejo tipo, encabezada por movimientos sociales del viejo paradigma y una revolución mental, inmediata, que subvirtiera la cultura y las formas de la vida cotidiana de un sistema enajenante que producía seres unidimensionales. La revolución para la contracultura de los años sesenta iba más allá de la toma del poder, tenía metas que trascendían la socialización de los medios de producción o la sola satisfacción de las necesidades inmediatas. Jerry Rubin sintetizaba las ideas de los yippies cuando decía: “Mezclamos la política de la nueva izquierda con un estilo de vida psicodélico. Nuestra manera de vivir, nuestra propia existencia, es la revolución”.10
Quizás el grupo más radical en su crítica a las revoluciones tradicionales fue The Who, representante de los jóvenes mods ingleses. Sus canciones muestran un punto de vista sobre la revolución con ciertas diferencias finas pero profundas respecto a los rockeros mencionados. Su escepticismo sobre una revolución tradicional no radica en sus posibilidades de éxito, sino en el desencanto ante movimientos y revueltas anteriores que terminaron siendo absorbidos por el orden instituido. Cuando Pete Townshed, guitarrista del grupo, comentaba la canción “Won´t get Fooled again” (“No nos volverán a engañar”) explicaba: “Es realmente una canción un poco extraña. Es una canción contra el establishment, pero al mismo tiempo una canción contra la gente negativa. Una canción en contra de la revolución porque la revolución es sólo una revolución, y la revolución no va a cambiar nada a largo plazo y mucho gente va a ser herida”.11 Esta declaración fue hecha en 1970, muchos años antes de la caída del socialismo autoritario.
Reproduzco una traducción de la misma porque representa casi un manifiesto de una izquierda rockera diferente de la nueva vieja izquierda de la época:

Pelearemos en las calles/
con nuestros hijos a nuestros pies/
y la moral que veneran habrá desaparecido/
y los hombres que nos espolearon/
sentados juzgan todo lo incorrecto/
deciden y la escopeta canta la canción./
Me quitaré el sombrero ante la nueva constitución/
haré una reverencia por la nueva revolución/
sonreiré ante el cambio general/
volveré a mi sitio y haré mi papel/
exactamente como ayer/
y me arrodillaré e imploraré: Ya no nos volverán a engañar./
Tenía que llegar el cambio/
siempre lo supimos/
fuimos liberados del redil, eso es todo./
El mundo luce exactamente igual/
y no es culpa de la historia./
Porque todos los estandartes ya ondearon en la última guerra./
Me quitaré el sombrero ante la nueva constitución…/
¡No, no!/ Me haré a un lado junto con mi familia/
si es que permanecemos medio con vida/
cogeré todos mis papeles y sonreiré al cielo/
aunque sé que los hipnotizados nunca mienten./
No hay nada en las calles/
que me parezca diferente/
y las consignas han sido reemplazadas./
Y la raya a la izquierda/
está ahora a la derecha/
y todas las barbas han crecido de la noche a la mañana./
Me quitaré el sombrero ante la nueva constitución…/
No te dejes engañar de nuevo./
¡No, no!/ ¡Yah!/ Te presento al nuevo jefe/
igual que el viejo jefe.12


2. La influencia yippie en México

Desde los sesenta se conocía la versión mexicana de los hippies. Sobre los hippietecas o jipitecas13 se escribió y se habló con cierta sorna por parte de algunos militantes de la nueva vieja izquierda. Los consideraban parte de la cultura decadente del imperialismo, individualistas y evasivos utópicos. Sin embargo, en el movimiento estudiantil había cabida para las diferentes expresiones de la disidencia vital. Entre los militantes tradicionales con sus diferentes especímenes –el grillo, el acelerado, el provocador o el brigadista– y los hippietecas había un franja social intermedia aún no definida. Un espacio en el que se movían jóvenes más iconoclastas, más abiertos y proclives a la heterodoxia. Interesados en una revolución social pero también en la cultural, en las raíces nacionales pero también en los cambios internacionales. La influencia de la música, las costumbres, la vestimenta, lecturas, las formas de lucha de la contracultura angloamericana14 fueron relevantes para los jóvenes sesentaiocheros, más lennonistas que leninistas. Esos nuevos militantes, atentos acompañantes de la contracultura a través de los medios masivos de comunicación, que simpatizaban con las posturas antisistémicas y antisolemnes de los yippies, eran rockeros politizados que vivían la psicodelia sin reducirse a ella. Se encontraron con algunos hippietecas atraídos por el 68 que no estaban atados a los dogmas de dicha psicodelia y que apoyaron al movimiento estudiantil. José Agustín, al referirse a este grupo social, expresa:
Además, muchos estudiantes que militaban en el movimiento también habían sido impactados por todo el revuelo de la sicodelia y, aunque no eran jipis (pues no creían en la panacea de los alucinógenos), les gustó el rock (de Beatles a Creedence), fumaron mariguana, ocasionalmente probaron hongos o LSD, se dejaron el pelo largo y, morral al hombro, se vistieron con faldas cortísimas o con chamarra, pantalones de mezclilla. De esa forma se acortaron un poco las distancias entre los jóvenes que en los sesenta querían hacer la revolución, unos dentro del individuo, otros en el mundo social.15
Estos yippietecas o yipppie-onderos se movían sin problemas entre los dogmas hippies y los dogmas de los jóvenes militantes de la nueva vieja izquierda. Asimilaban a su gusto por el rock, como música rebelde y de protesta, sus equivalencias nacionales. La relación rock y música folclórica en México se manifestó en los sesenta. Se escuchaba desde los corridos militantes de Judith Reyes y José de Molina que, por momentos, lindaban en lo panfletario, hasta la música de protesta de Margarita Bauche –que después se volvió hippie– y Óscar Chávez, pasando por Joan Báez, Bob Dylan, Peter Paul y Mary, Simon y Gartfunkel, los Beatles, los Rolling, los Doors, Pink Floyd, Who, etc. Los oídos y las mentes abiertas de los yippietecas fueron cayendo en el desencanto ante la cultura compacta de los militantes de hierro, que buscaban una totalidad única en la que cupieran ideas, costumbres y pasatiempos exclusivamente revolucionarios, obviamente definidos por la moral marxista-leninista del libro rojo de Mao o por los jefes de sectas y partidos. ¡Qué flojera!
Después de Avándaro el rock y la militancia se volvieron semiclandestinos. Por aquellos años de rock hecho en México y cantado en inglés, el Three Souls in my Mind sorprende recuperando el español en sus letras. Influenciados por los Rolling Stones y su “Street Fighting Man”, hacen una excelente rola que invitaba a los jóvenes de la onda a sumarse a una revolución que, sentenciaban: “está esperando por ti”. Peace and Love gritaba, en medio de una letra cantada en inglés, un estribillo acompañado de congas y bongóes al estilo Santana: “¡Queremos el poder, queremos el poder!” En la periferia proliferaban los hoyos fonqui y en el centro-sur las peñas latinoamericanas. Los primeros productos de una visión antisolemne, desacralizadora de la revolución y de los dogmas de la nueva vieja izquierda que ya formaban parte del orden y de las utopías instituidas, fueron a ritmo de una nueva música que mezclaba el rock, el rithm and blues y la música popular como el corrido, el bolero, la música ranchera, la cumbia y la música afroantillana. Jaime López experimentó de esa mixtura. Mientras Rockdrigo González tomó fuerza a principios de los años ochenta, con su lira y su armónica hizo uno de los discos marginales más importantes de la década: Urbanhistorias, recopilación de canciones que reflejaban la vida de los marginados, de los solitarios que, “como perros en el periférico”, deambulaban por las noches de una ciudad de la década perdida, escritas y cantadas con el sentimiento de un rockero joven y fresco, crítico e irónico. Murió en el terremoto de 1985 y dejó rasgos indelebles en su generación, como el grupo de los rockeros rupestres.
Volviendo a Jaime López, él, junto con Emilia Almazán y Roberto González, quien después se incorporó a los rupestres, hizo un disco, hoy de culto: Sesiones con Emilia. En esa obra ya aparecen indicios del ludismo y la ironía que lo caracterizarían más tarde, cuando cantaba: “y qué hicimos de estas rebeldías/ pues nutrir las viejas agonías/ y engordar las mismas jerarquías/ hasta de tontos anarquistas los Rolling Stones nos culparían”.16 En los noventa grabó un disco con el guitarrista José Manuel Aguilera en el que desarrolla al máximo sus dotes de bluesero y musicalizador del azote, ese popular deporte de las parejas mexicanas; esa actitud sentimental que heredamos de un pasado pasional, sanguinolento y masoquista; esa apertura de costras no cerradas para sacar la densidad del abandono o la separación de mutuo desacuerdo. Nuestro amor es ese gato negro muerto en el baldío que describe en ese disco. Esa canción, junto con “Sácalo” –popularizada por Cecilia Toussaint– es una de las más sentidas de la era del rock ligado a la rebeldía y al nuevo desorden amoroso postsesentaiochero. En 1998 edita un disco en el que incluye una canción que refleja ese desencanto que The Who dejó plasmado en “No nos volverán a engañar”. Jaime López se burla de esa militancia finisecular vanguardista y sectaria. Así expresa su posición ante esos nuevos Señoritos como los llama en la canción del mismo nombre:


Los señoritos por siempre con sus desplegados,/
los señoritos de siempre en el mitin de hoy,/
en su importante grupito de no más de cien,/
los señoritos jugando a la revolución;/
así se carguen a los de abajo/
y hasta se caiga el propio país,/
siempre ha de haber escudos humanos/
y un lugarcito a salvo en París./
Con el poder heredado de sangre en la tinta/
los señoritos bien son los abajo firmantes/
cómo ¡por dios! que la beca es de quien la trabaja,/
los señoritos bien son no gubernamentales./
Organizados los pioneritos/
con paliacates y mochilitas,/
cual buen salvaje en selva de asfalto/
vienen y van con su guerrillita./
Cuando la moda pasó por el mundo,/
encuentra siempre este punto de atrás,/
donde se atasca y no pasa jamás…/
donde se atasca y no pasa jamás./
Ya cuando el hábito se ha salpicado de fango,/
hay que curarse en salud cuando la gran salvación;/
es lo que vienen vendiéndole los señoritos/
a todo aquel que de vil señorito pecó./
Hacen la guerra con paz y amor,/
son regañones como Greenpeace/
y alguna linda estrella de rock/
baja a lavar su lana ahí.17












Notas
1 Los movimientos instituyentes y del estado naciente son equivalentes. Algunos estudiosos que se desprendieron del grupo de socialismo o barbarie comenzaron a hablar de la relación instituyente-instituido desde la década de los sesenta, mientras que Francesco Alberoni habló de los segundos a fines de los setenta. Véase René Loureau, El Estado y el inconsciente, Barcelona, Kairós, 1979; Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad, t. I, Barcelona, Tusquets, 1975, y Francesco Alberoni, Movimiento e institución, Madrid, Editora Nacional, 1984.

2 La primera parte de estas notas y reflexiones libres están en José Othón Quiroz Trejo, “Rock, territorio y sociedad. Notas para su historia”, en Simpatía por el rock. Industria, cultura y sociedad, México, UAM-Azcapotzalco, 1993.
3Ibid., p. 84.

4Federico Arana, Guaraches de ante azul. Historia del rock mexicano, 1, México, Posada, 1992, p. 13.

5Francesco Alberoni, El árbol de la vida, México, Gedisa, 1988, p. 13.

6Calificativo que se generalizó a partir de una pésima película sobre la juventud realizado en México: Juventud desenfrenada.

7 Sus siglas eran YIP, de ahí viene el termino yippie. En los ochenta a la nueva generación de jóvenes norteamericanos de clase alta les llamaron yuppies, que nada tienen que ver con los sesentañeros yippies.

8 Parménides García Saldaña, En la ruta de la onda, México, Diógenes, 1973, citado por Jorge Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, México, Era, 1998, p. 107.

9 Roberto Muggiati, Rock: o grito e o mito, Sao Paulo, Vozes, p. 21. Lo que este autor denomina nuevo estado del espíritu años más tarde al- gunos sociólogos, como F. Alberoni, los denominaron movimientos de un estado naciente.

10 Citado por Roberto Muggiati, op. cit., p. 23.

11 Cubierta del compacto The Who, my generation. The very best of, Polydor, 1996, 533150-2.

12 Jorge Arnaiz, Los Who, Barcelona, Júcar (Los Juglares), 1980, pp. 168-171.

13 “[Enrique Marroquín] Sacerdote y antropólogo, autor de La contracultura como protesta, planteó que estos jipis mexicanos debían ser llamados ‘jipitecas’ (jipis aztecas, jipis toltecas), para diferenciarlos de los jipis de Estados Unidos”, en José Agustín, La contracultura en México, México, Grijalbo, 1996, p. 76. Sesuda y seria reflexión sobre un término al que otros llegaron por la vía de la ironía.

14Véase Carlos Monsiváis, Días de guardar, México, Era, 1991, p. 232, y José Othón Quiroz Trejo, “A treinta años del 68: algunos vacíos y algunas influencias”, en Sociológica, núm. 38, sept.-dic., 1998, pp. 30-47.

15 José Agustín, op. cit., pp. 82-83.

16 Roberto y Jaime, Sesiones con Emilia, Discos Fotón, LPF 033.

17 Jaime López, Desenchifado, Spartacur-Prodisc, 1998.